Tenemos derecho a vivir y desde nuestro nacimiento, a tener un nombre y una nacionalidad.
Todos los niños y niñas debemos ser considerados iguales, sin distinción o discriminación por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, origen nacional o social, posición económica, nacimiento u otra condición.
Gozaremos de una protección especial y dispondremos de oportunidades y servicios, para desarrollarnos física, mental, moral, espiritual y socialmente de forma saludable y normal, así como en condiciones de libertad y dignidad.
Los niños y niñas tenemos derecho a crecer y desarrollarnos en buena salud y a disfrutar de alimentación, vivienda, recreo y servicios médicos adecuados.
El niño y la niña física o mentalmente impedido o que sufra de algún impedimento social debe recibir el tratamiento, la educación y el cuidado especiales que requiere su caso particular.
Los niños y niñas para el pleno y armonioso desarrollo de nuestra personalidad, necesitamos amor y comprensión. Siempre que sea posible, debemos creer al amparo y bajo la responsabilidad de nuestros padres en un ambiente de afecto y seguridad.
Tenemos derecho a recibir educación gratuita y obligatoria, por lo menos en las etapas elementales, y por supuesto también tenemos derecho a descansar y a jugar.
En todas las circunstancias, tenemos derecho a figurar entre los primero que reciban protección y socorro.
Debemos ser protegidos contra toda forma de abandono, crueldad y explotación. No podemos ser objetos de secuestro, tráfico o venta, ni obligados a trabajar.
Debemos ser educados en un espíritu de comprensión, tolerancia, amistad, justicia, paz y fraternidad universal.